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El cuestionado valor de las AFP

Publicado: 2015-11-16

El lunes, la Municipalidad de San Isidro clausuró definitivamente el local de la Asociación de AFP. Esto después de que los funcionarios ediles comprobaran que el personal de esa institución había pasado por alto el cierre temporal dispuesto inicialmente. La asociación no contaba con el certificado de Defensa Civil, requisito necesario para su funcionamiento, sin embargo a través de una nota de prensa minimizó estas observaciones, intentando justificar su falta. Por último, la comuna presentó ante la Fiscalía una ejemplar denuncia por desobediencia y desacato a la autoridad.

Esta bochornosa negligencia del gremio de las AFP sucedió en la semana en que se dieron dos noticias que las ponen en jaque. Primero, se cuestionó la propuesta de la Superintendencia de Banca y Seguros para elevar la esperanza de vida, lo que incidiría de manera significativa en el cálculo de las pensiones de los jubilados. Segundo, se puso a debate en el Congreso una ley que permitiría que quienes se jubilan puedan disponer libremente de hasta el 95% de su fondo. Todo mal para las AFP.

Y cuando digo “todo mal” no me refiero a cómo esta crisis afectará el negocio de las administradoras sino algo que resulta más valioso que sus balances financieros, esto es, su reputación corporativa. Porque lo peor que le puede suceder a un sujeto que se encuentra en una situación difícil es que su prestigio esté mellado. Las AFP vienen enfrentando, desde hace tiempo, severas críticas de distintos sectores. Que cobran comisiones altas. Que sus inversiones no son favorables para sus afiliados. Que no comparten el riesgo con sus clientes. Que las pensiones que pagan están muy por debajo de las expectativas de la gente. Que el sistema previsional privado debería ser, por fin, voluntario.

Una vez más un sector empresarial relevante para el país es cuestionado funcional y éticamente; ya sea por su actitud arrogante ante la autoridad, ya sea porque el valor que les ofrece a los ciudadanos es considerado deficiente e incluso inútil. Las AFP deben saber que la publicidad no basta para recomponer su relación básica con la sociedad, lo que está en juego es el sentido mismo de su misión. Y el mundo empresarial debe saber que la crisis de un sector abona a un desprestigio mayor que afecta la suerte de las grandes iniciativas privadas. En pocas palabras: la sostenibilidad de los negocios descansa principalmente en la comunión que debe existir entre empresas y consumidores, entre servicios privados de interés social y ciudadanos. Parece que esto -que es tan elemental- aún no se entiende.


Escrito por

Sandro Venturo

sociólogo /comunicador


Publicado en

Perrhuno

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