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Contra el emprendedor solitario

Publicado: 2011-08-25

El Perú es una tierra de emprendedores, qué duda cabe. Y esto viene de hace algunas décadas atrás, cuando vivíamos entre recesiones y el mercado no podía absorber a las inmensas olas de migrantes. Entonces la gente se inventaba diversas formas de autoempleo, desbordando al Estado populista y ampliando al precario mercado interno por las vías informales. Si hoy podemos afirmar que el Perú es una tierra de emprendedores, es justo decir que esto se inició cuando nuestros padres y abuelos decidieron salir adelante por su propia cuenta. Hablo, más o menos, de mediados del siglo pasado.

Hoy en el Perú, como en otros países semejantes, los emprendedores son personas que apuestan por el progreso y que edifican su ética a partir del trabajo. Son personas audaces que invierten confiados en su inagotable capacidad productiva. Son ciudadanos que tienen alta motivación de logro y repelen la idea de ser dependientes, cosa que no sucede en países como España o Japón, donde predominan quienes buscan ser "empleados". Según los estudios sociales, en nuestro país existe una cultura de productores que tiene una sólida base en la laboriosa cultura andina, así como en el mito del progreso de miles de familias, nativas y foráneas, que han hecho de nuestra tierra, el universo de emprendimientos sacrificados y exitosos.

Los peruanos hemos invadido terrenos para construir ciudades y hemos convertido carretillas y garages en negocios expansivos. Si no ha habido más es porque el Estado ha estado a la retaguardia de estos procesos y mucha gente inteligente ha visto con desconfianza el legítimo afán de lucro. Así que este es un gran reto del nuevo gobierno y de los que están por venir: promover el mercado interno con base en nuestra cultura de productores.

Pero hay otro reto, acaso más difícil de digerir, y tiene que ver con las malas prácticas de los emprendedores peruanos. Muchos gestores reconocidos han salido adelante gracias a políticas laborales deplorables, a pésimas costumbres donde se explotan a los hijos y sobrinos, a los paisanos y amigos. Muchos emprendedores, escudados en su compromiso con el trabajo, descuidan la calidad de lo que ofrecen a sus clientes. De la misma forma, evaden sus responsabilidades fiscales, justificándose contra las dificultades formales y burocráticas. Y así, con el tiempo, pierden ambición y se contentan con hacer plata, con lucirse por sus logros ante la comunidad, y no aspiran a realizarse personalmente a través de una vocación de excelencia.

Con la misma convicción con la que presionamos a las grandes empresas para que aporten al desarrollo del país, con la misma indignación con la que exigimos a los grandes empresarios que cumplan la ley, de la misma forma los emprendedores peruanos tenemos grandes retos que vivir. No sólo hacer buenos negocios con nuestro punche y lucidez, sino construir un país que nos ofrezca oportunidades para ser felices con los nuestros. Un emprendedor ciudadano es aquel que ha comprendido que el bienestar común genera mejores condiciones para el bienestar individual.


Escrito por

Sandro Venturo

sociólogo /comunicador


Publicado en

Perrhuno

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