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LOS DESGOBERNADOS

Publicado: 2015-04-13

Las noticias políticas de las últimas semanas pintan un país que se está cayendo irremediablemente. Un gobierno sin liderazgo y que llega al séptimo gabinete. Una economía que se desacelera y acusa el fin de las oportunidades perdidas. Un abanico de actores políticos que compiten en el ránking del desprestigio y del cinismo. Y sucesivos destapes de negligencia o corrupción que enrarecen un ambiente ya enrarecido. Eso dictan los titulares, es verdad, pero para los peruanos el Perú no se está cayendo.

Hace unos días Rolando Arellano presentó en su columna algunos hallazgos de un estudio que resulta interesante para quienes seguimos las mareas de la opinión pública. Allí sugiere que al ciudadano promedio eso que actualmente ocupa la atención de especialistas le tiene sin cuidado puesto que, a fin de cuentas, sus emprendimientos progresan al margen del caos político y la desilusión macroeconómica. ¿Acaso no es verdad que hemos crecido a pesar de los recurrentes bloqueos a la gran inversión, a la postergación de las reformas clave, a la ausencia de liderazgos políticos trascendentes, entre otros tantos factores estratégicos para nuestro futuro colectivo? Según Arellano, la desaceleración económica, que los analistas denuncian como estancamiento, es percibida por los ciudadanos como un bache en un camino cuesta arriba.

Efectivamente, cuando revisamos las últimas encuestas vemos que la popularidad del presidente sigue igualmente estancada, a pesar de la catástrofe política que significó la censura al gabinete de Ana Jara. Uno piensa que su aceptación todavía podría seguir cayendo, como cuando cayó la de Toledo a menos del 10%, sin amenazar la legitimidad de su gobierno. Será que esta no es una crisis institucional porque la desestructuración política es normal y predecible (aunque en las redes sociales se viva lo contrario). Nadie parece esperar nada de la política y los políticos, cosa que en otros países resulta impensable. Por menos en Brasil hay amenazas de juicio político contra la presidenta y en Chile Bachelet se ha visto obligada a desmentir los rumores de su renuncia, debido a los sorprendentes destapes de corrupción que sacuden al vecino del sur.

¿Cómo llegamos a este punto en el que el ciudadano cree que la suerte de su familia no depende de la contención y el respaldo de los grandes procesos? La nuestra es una comunidad política de desgobernados. Unos están acostumbrados a prosperar lejos del Estado y los otros a asaltarlo en beneficio propio, mientras el bien común pierde sentido y valor. De esta inercia, de esta displicencia compartida, nada bueno se puede esperar. Nada de nada.


Escrito por

Sandro Venturo

sociólogo /comunicador


Publicado en

Perrhuno

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