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FOTO: PERU21

Buena gente (una nueva humanidad)

Publicado: 2015-07-06

Mi hija cree que la peino bien por la influencia de su abuela, pero yo creo que se debe a Pepe y Víctor. Ellos trabajaron muchos años en la peluquería de mi mamá, eran los reyes de los peinados de moda, el combustible de las conversaciones más entretenidas. Grandes señores, locas encantadoras. No pude dejar de pensar en ellos cuando la Corte Suprema de Justicia estadounidense reafirmó la constitucionalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo. Deben estar sonriendo con picardía, me dije.

Las reacciones de estos días han sido reveladoras de cómo vivimos los peruanos estos asuntos. Mientras unos celebrábamos lo que Obama llamó el triunfo del amor, otros manifestaron agresivamente el inmenso fastidio que esta decisión les produce. Y no me refiero a quienes se sienten atemorizados en esta época de inconmensurables transformaciones culturales, los puedo entender, pues la huella del siglo pasado sigue vigente y, por último, cada quien tiene derecho a cultivar sus valores entre los suyos. Lo que me sorprende es que haya ciudadanos que manifiesten con impunidad su agresividad; peor aún, que se crean con derecho a dictar cómo deben vivir los demás. ¿De dónde viene tanto desprecio?, ¿por qué la amenaza, la violencia? ¿Tenía que salir así la descalificación moral del clóset? Resulta paradójico que se trate de personas que reclaman respeto absoluto.

Felizmente, diversos lideres de opinión defendieron las oportunidades que debe ofrecer una sociedad igualitaria. El partido está empatado y eso no es poco.

“Esta noche viene tu tío Carlos con su novio a la casa”, les dije a mis hijos el martes. La mayor saltó con entusiasmo porque por fin iba a conocer al tío que baila en San Francisco. El menor, en cambio, se quedó callado y luego preguntó: ¿mi tío es gay, papá? Eso mismo, hijo, es gay. Ah, ya, papá, dijo, mientras levantaba una ceja. Y siguió haciendo sus tareas para estar listo antes de que llegara la visita. Pienso que en mi niñez yo no tuve en mi mente un lugar para ubicar con naturalidad a personas como Víctor y Pepe, a pesar de que convivía con ellos. Pienso qué privilegio el de los chicos de hoy, su imaginario social es más amplio y parece que el mundo que les tocará vivir será más amable. Me alegra que su espontaneidad nos ayude a diluir esos fantasmas que todavía nos inquietan.

Estos días han sido históricos y acaso aún no lo notamos. Lo que está en juego es una nueva manera de concebir la humanidad: saludablemente diversa, disciplinadamente respetuosa, cariñosamente justa


Escrito por

Sandro Venturo

sociólogo /comunicador


Publicado en

Perrhuno

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