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FOTO: ARCHIVO PERSONAL

Un país deshilachado

Publicado: 2015-07-31

Cuando leo las noticias, cualquier noticia, sea de Lima, Puno o Loreto, soy arrastrado por el sentimiento de zozobra que produce seguir las novedades nacionales. Otra vez esta condena colectiva. Claro, ante la desazón siempre tengo una salida: borro casete o jalo el enchufe. Desconecto y me sumo a esa silenciosa displicencia de la gran mayoría de compatriotas.

A veces pienso que los peruanos solo nos hacemos responsables de lo que está inmediatamente a nuestro alcance. De la puerta para afuera qué importa en qué condiciones esté el barco en el que navegamos todos. Vamos ensimismados, concentrados en nuestro empeño por sacar adelante a nuestra familia. ¿Quién podría adherirse a los liderazgos que nos guían? Si no estamos en silencio, vamos tomados por la euforia, despotricando, descalificando, negados para los consensos básicos. Miren cómo se agitan las redes sociales -nuestras actuales plazas públicas- y observen qué provoca más ruido. 

En ambos casos, retraídos o polarizando, pareciera que escasea la generosidad, que nos come el narcisismo.

La verdad es que detesto a quienes insisten en que vivimos en un país acomplejado e imberbe, por eso me detesto más aún cuando caigo en ese mismo pesimismo. Sin embargo, a pocos días del cumpleaños de nuestra república, no puedo sino compartir con ustedes esta imagen, la que ilustra este artículo, que se cruzó en mi camino el otro día.   

Esta bandera me hizo pensar en nuestro rostro colectivo más pobre, en nuestra raída institucionalidad, en nuestra falta de carácter para voltear una crisis política que, bien vista, es ridícula. Hace mucho que no teníamos tantos recursos para invertirlos en promover esa amable sociedad que todos deseamos, pero acá estamos, discutiendo pequeñeces, soberanamente desgobernados, divididos, deshilachados. Triste 28 de julio.


Escrito por

Sandro Venturo

sociólogo /comunicador


Publicado en

Perrhuno

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