Si salgo en este momento a la calle y le pregunto a cualquier persona a cuál de los candidatos admira, ya sabemos la respuesta. Vivimos desilusionados hace mucho tiempo. Nuestros líderes políticos no inspiran, son personajes burdos, oportunistas, narcisistas o sinvergüenzas. Hasta ya nos estamos acostumbrando a que cada quien tenga su antecedente policial, su arruga mal planchada. Y si alguno escapa a este triste perfil, no se entiende qué hace entre tanta mediocridad.

No es de extrañar, entonces, que el oficio del político esté desprestigiado e íntimamente relacionado con el malestar colectivo que nos rodea. Sin embargo, el gran problema es que en nuestro país el oficio no solo está venido a menos, sino que nuestros políticos agravan el daño: nos resultan despreciables. Será por eso que tenemos buenos caricaturistas políticos, pues la sátira está servida. Será por eso que los chistosos –esos maestros del análisis de coyuntura– suelen ser confundidos con los personajes que ridiculizan.

“¿Por quién votarías tú: por el que golpeó a su esposa, por el que humilló públicamente a su esposa, por la que dejó que torturen a su madre o por el que negó a su hija?”. Así resumió Heduardo en la edición de ayer de Perú21 las opciones electorales de esta temporada. La viñeta casi se volvió un viral por su notable capacidad de síntesis y su lamentable ironía. Ciertamente el listado de atributos negativos podría crecer haciéndose más dramático: ¿votarías por el que compra militantes, por el que indulta narcotraficantes, por el descarado que no tiene idea de lo que hay que hacer para revertir este contratiempo?

Está claro que los peruanos no podemos esperar que nuestros candidatos sean ciudadanos intachables, esto es lo que hay, por eso nos vemos obligados a escoger esperando que sean medianamente solventes. Pero eso también está en tela de juicio. Keiko Fujimori no tiene ninguna experiencia previa en la gestión estatal. PPK anda solo hace tiempo y recién está armando un equipo que dé la talla. Acuña ha sido un gobernante regional mediano e intrascendente. García nunca se atrevió a liderar las grandes reformas que el país necesitaba, apenas se propuso aprobar con 11 de nota. Siguen firmas.

Hay semanas como esta en que el desánimo lo inunda todo. El gran esfuerzo de estos años para salir de la pobreza peligra. Los auspiciosos avances económicos se opacan en esta atmósfera de inseguridad ciudadana y orfandad política. A un mes de las inscripciones de los candidatos presidenciales, hasta el fenómeno de El Niño está en modorra. Ojalá algún imprevisto juegue a favor de todos los peruanos. Ojalá.