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#REÚNE

Publicado: 2015-12-14

Anteayer se conmemoró la vigencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se trata de algo tan o más importante que muchos otros aniversarios que circulan como virales por el mundo. Más aún en esta época en que la pobreza, la intolerancia y la violencia nos revientan en la cara. La Declaración es una de las palancas más importantes de la humanidad y es, lamentablemente, en muchos lugares y momentos, un documento vacío. Basta leer el primer artículo –o cualquiera de los 30– para sentirse invadido por la inquietud.

Cuando somos testigos de la vida regular de los niños del campo, de la violencia contra las mujeres, del abandono de los ancianos, de las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar, del desprecio por la vida de nuestros compatriotas indígenas, uno no puede sino sentir que la Declaración existe como un saludo a la bandera. Y toda esta triste enumeración se agrava cuando pienso en la postergada lista de desaparecidos en la época del terrorismo. Según cifras oficiales se trata de unas 15 mil personas, gran parte de las cuales se encontraría en más de 6 mil sitios de entierro y fosas comunes. Considerando nuestra ignorancia, los desaparecidos están dos veces muertos en nuestra sociedad.

Felizmente, hace unos meses un grupo de activistas lanzó con pocos recursos la campaña #Reúne. Esta busca promover que el Estado asuma por fin, de forma imperativa, la elaboración de un nuevo marco legal que propicie la investigación forense, los rituales fúnebres y apoye la salud emocional de las familias afectadas. Algo podemos hacer, entonces, con buen ánimo. Algunos de mis amigos participan en este esfuerzo, como Luyeva Yangali, a quien conocí en una de las campañas que realizamos hace poco y a quien sigo con admiración por la vitalidad y la buena onda con la que enfrenta cosas tan duras como la desaparición de su padre y los abusos que vivió con su familia después de aquel trágico incidente. Tan lejos del resentimiento, Luyeva comparte su mensaje y encarna con su esfuerzo aquellos ideales que siguen siendo un desafío para todos los que habitamos este arrugado planeta.

Cuando somos indiferentes al dolor de miles de familias que son parte de nuestra colectividad nacional, la conmemoración de la Declaración entristece. Así, en vez de celebrar los notables avances en el campo de los derechos humanos en estas siete décadas, nos vemos obligados a subrayar estas deudas, estas carencias, estos olvidos. Si quieres enfrentar esta condena, apoya la campaña, búscala en las redes, reúne a los tuyos. Reúne.


Escrito por

Sandro Venturo

sociólogo /comunicador


Publicado en

Perrhuno

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